Inocentes

Ya nació el niño que el hoy no vio.
Lo hizo de noche, para aumentar el misterio.
Vino de espíritu con carne,
de luces entre sombras, de un mundo sin sol.
Dicen que su padre es como el turquesa,
que su madre no fue del hombre, e igual parió.
Tuvo visitantes tan distantes, como el mito.

 

Hubo un día en que un ser, dicen ángel,
le dijo al carpintero (no padre):
“huyan cerca de la esfinge, pues la espada despertó”.
Y así el niño, entre brazos errantes, cerca del Nilo terminó.
Inocentes, pobres, fueron su cortina de humo,
y el silencio de los seres, fue epitafio del horror.

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