Desespera mi mano
de la forma de tu cuerpo
que se escapó ya hace
una noche
que es un siglo
para mi dolor
abundante y refinado
totalitario en mis instantes
de agudo vacío de tu voz
que ahora no suena
como ese cuerno
llamando a la batalla
entre tu sexo hundido
y mi deseo atroz
Deja un comentario